Las docentes e investigadoras en literatura argentina Marinela Pionetti y Milena Bracciale, junto con Rocío Sadobe, reúnen en seis volúmenes textos de Mary Wollstonecraft, Juana Manso, Rosa Guerra, Mary Mann, Emily Dickinson y Alfonsina Storni, que están destinados a estudiantes de la escuela secundaria. En una charla con LA CAPITAL, cuentan la sorpresa que se llevaron al encontrar sus textos más combativos, silenciados por siglos, lo que las motivó a crear un proyecto editorial para trabajarlos en las aulas.
Por Rocío Ibarlucía
Las docentes e investigadoras en Letras Marinela Pionetti y Milena Bracciale detienen su rutina saturada de clases, congresos, gestiones para revistas académicas, correcciones y, por supuesto, tareas de lectura y escritura para conversar con LA CAPITAL sobre su nuevo proyecto editorial, del cual se muestran orgullosas. Marinela nos recibe en su departamento poblado de libros, murales, telas de colores y poemas colgados en las paredes, como uno de Emily Dickinson escrito a mano al lado de su biblioteca, alrededor del cual charlamos sobre “Esa plaga de polleras”. Cuenta que justo está avanzando en un capítulo para su tesis sobre periodismo educativo, que si bien se centra en Sarmiento, por su proyecto pedogógico llega a Juana Manso, mujer pionera en nuestro país por múltiples motivos: fue la primera mujer en ocupar un cargo público, directora de la primera escuela normal mixta, la primera mujer conferencista y, como si fuera poco, quizá la primera dramaturga argentina, como agrega Milena Bracciale, investigadora especializada en teatro.
Aunque ahora está estudiando a dramaturgas del 1800, los trabajos anteriores de Milena, reconoce, han estado centrados en hombres. Al respecto, advierte que no se había cuestionado la ausencia de mujeres en sus investigaciones hasta hace poco: “También esta colección es parte de nuestro propio proceso de deconstrucción. Nosotras estuvimos atravesadas por un cambio que tuvo un impacto muy fuerte en lo intelectual, en lo corporal y en lo experiencial. Entonces, poder llevar eso a la experiencia de nuestro trabajo fue una necesidad”.
Ambas han estudiado juntas la literatura argentina y, a pesar de que por un tiempo se distanciaron por dar clases en materias distintas en la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Mar del Plata, sus nuevos temas de investigación las volvieron a cruzar y a emprender este proyecto que convocó a más investigadoras y profesoras, como a Rocío Sadobe, quien termina de completar la tríada de creadoras de “Esa plaga de polleras”. Al mismo tiempo, sus lecturas de Juana Manso las llevaron a trazar itinerarios hacia otras escritoras que van del siglo XVIII al XX, del sur al norte de nuestro continente, todas unidas por su entrega a la literatura, la educación, el periodismo y la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
“Esa plaga de polleras”, de hecho, es una colección de libros breves que se propone difundir en las escuelas secundarias textos de Mary Wollstonecraft, Juana Manso, Rosa Guerra, Mary Mann, Emily Dickinson y Alfonsina Storni. Gracias a un Proyecto de Comunicación Pública del Conocimiento Científico otorgado por la UNMdP en 2021, sus creadoras pudieron concretar la publicación por Eudem de seis volúmenes -también disponibles en formato digital, de acceso gratuito-, así como un podcast en Spotify, una presentación interactiva en Genially, un Instagram (@esaplagadepolleras) y un Twitter para cada autora, donde lanzan frases “picantes” que invitan a sus lectores a continuar el hilo, abierto hace siglos pero que sigue teniendo resonancias en los tiempos que corren.
Marinela Pionetti, en las Jornadas de intercambio de experiencias en la formación docente, en el Instituto Nº 19 de Mar del Plata.
-¿Cómo fue el proceso de selección de las autoras que forman parte de “Esa plaga de polleras”?
Milena Bracciale: Yo venía investigando, con una beca posdoctoral del Conicet, dramaturgas argentinas del siglo XIX, entre ellas, Juana Manso. Marinela, en relación con su investigación sobre Sarmiento, terminó estudiando a Juana Manso también. Entonces, se produjo ahí una sinergia muy especial. Y aparece otra gente en relación con Juana, por lo que se arma un grupo de “mansistas”, que participan también en el tomo de Juana y de Mary Mann, que son Barry Velleman y Karina Belletti, una dupla muy increíble.
Marinela Pionetti: Él es un profesor jubilado de Estados Unidos, y ella es una profesora y traductora de inglés que vive en Pehuajó. A partir de la compilación realizada por Barry de las cartas que le escribió Mary Mann a Sarmiento entre 1865 y 1883, Karina le escribió desde Pehuajó y empezaron así a trabajar en la búsqueda de materiales inéditos.
Milena Bracciale: Por ejemplo, “El oratorio”, que es un texto que por un montón de hipótesis es casi seguro de que lo escribió Juana Manso para una performance del que era su marido en ese momento, un violinista. Ellos hacían eso: ella escribía y él componía la música. Este oratorio tiene formato teatral y esto es lo que nos lleva a pensar que ella es la primera dramaturga argentina. Lo que pasa que no lo escribió acá, sino en Estados Unidos. Hay un montón de cosas que todavía no se saben y que están perdidas, sobre todo de Juana Manso. Por ejemplo, todo su perfil de actriz en Brasil, donde ella vivió exiliada. Y cuando vino acá, no hablaba de ese pasado como actriz.
Marinela Pionetti: Eso seguramente no lo dice porque no era un oficio reputado el ser actriz. Ella en el ámbito educativo no lo dice, pero sí lo hace funcionar porque fue la primera conferencista. Organizaba las conferencias como un espectáculo, con intermedios de música, recitados de poesía, lecturas de cuentos.
Milena Bracciale: Después estaba Rosa Guerra, que yo soy fan, porque escribió el primer texto teatral en la República Argentina publicado por una mujer en 1862, nunca más reeditado, nunca puesto en escena. Las referencias sobre esa obra son muy pocas y las que están son erróneas, o sea, se nota que nadie la leyó. Entonces, pensamos que algo teníamos que hacer.
Tapa del volumen dedicado a Rosa Guerra.
Marinela Pionetti: Y sale este concurso de la Secretaría de Políticas Universitarias que nos pedía elaborar material didáctico. De ahí surgió la idea de hacer pequeños libros para la escuela secundaria sobre estas mujeres y tuvimos que decidir: Juana va, Rosa va, Mary Mann va, porque además con Karina y Barry habíamos encontrado los cuentos que Mary le escribe a sus estudiantes. Mary Mann también fue la mujer de Horace Mann; siempre pasaba que eran mujeres que por distintos motivos estaban por detrás de algún hombre importante: Juana detrás de Sarmiento, Mary de su marido o eran completamente desconocidas, como Rosa Guerra.
Milena Bracciale: Y tratamos de pensar en mujeres que estaría bueno que las conocieran en la escuela. A estas autoras agregamos a Alfonsina Storni, porque Mónica Bueno (directora del grupo de investigación en el cual ambas trabajan) acababa de sacar un tríptico de textos inéditos de Alfonsina con Todd Garth. Fabián Iriarte, que está también en nuestro grupo, es investigador sobre Emily Dickinson y por ello también la incluimos. Y habíamos pensado en Mary Wollstonecraft, otra proto feminista poco conocida, que a la vez influyó mucho a estas mujeres que estamos leyendo. Si bien Juana Manso no la cita explícitamente, toma partes de sus ideas y las reformula. Pensando en las mujeres feministas ‘avant la lettre’, antes de que el feminismo exista como movimiento, no puede faltar Wollstonecraft, porque ella es quien escribió la “Vindicación de los derechos de las mujeres” en 1792. A meses de la Revolución francesa, ella saca un libro y dice “todo bien con los derechos del hombre, pero ¿y los de la mujer?”. Es un libro impresionante que no es conocido, en el que responde a los teóricos de la Revolución francesa, se atreve a criticar a Rousseau.
Milena Bracciale, presentando “Esa plaga de polleras” en las Jornadas de Intercambio Docente en Dolores.
-Rosa Guerra en su obra teatral también denuncia la desigualdad de género a pesar de los avances del Siglo de las Luces en el parlamento que da título a su colección: “Esa plaga de polleras”.
Milena Bracciale: Sí, el fragmento es: “Y aunque el siglo de las luces / proclame su ilustración / siempre está haciendo alusión / a esa plaga de polleras, / cuyo crimen -ser solteras, / qué espantosa aberración!”. Cuando triunfa la Revolución francesa, sigue siendo una dictadura para con las mujeres. Cuando cae Rosas, pasa algo similar, salvando las distancias. Por eso, afloran tantas revistas femeninas en ese momento, porque se pensaba que venciendo al dictador, iba a venir una verdadera democracia, donde todos y todas estemos incluidas. Bueno, obviamente que no, entonces las mujeres empiezan a reclamar su lugar, porque dicen que a la caída de una tiranía, a nosotras se nos impone otra tiranía de nuevo. Por eso es un período clave. De hecho, tanto Juana como Rosa comparten muchas cosas en común. Además del impulso por la educación de las mujeres, las une el perfil de periodistas.
Marinela Pionetti: Todas fueron como animales de prensa. Digo animales porque en el caso de Juana, a quien más conozco, o Mary se peleaban con los editores y lo tenían como un espacio de polémica. Rosa también escribía en el diario. Eran mujeres que hacían de la prensa un arma, pero también un espacio de difusión de su propia literatura.
“Y aunque el siglo de las luces / proclame su ilustración / siempre está haciendo alusión / a esa plaga de polleras, / cuyo crimen -ser solteras, / qué espantosa aberración!”, dice Inés, personaje de “Clemencia” (1862), la primera obra teatral argentina publicada por una mujer (Rosa Guerra), cuyos versos dan título a esta colección.
-La crítica de Enrique Santa Olalla que ustedes incluyen también acusa a Juana Manso de ser “la plaga del periodismo”. Se repite el uso del vocablo “plaga” para descalificar a las mujeres.
Milena Bracciale: Es verdad, eso no me había dado cuenta. “Está Vd. siendo la plaga de los periodistas, y el hazme reír de todos, cansados ya de oírla disparatar tanto”.
-¿Qué significa “plaga de polleras” para ustedes? ¿Es un gesto irónico ponerle este título?
Milena Bracciale: Sí, es un verso de “Clemencia”, la obra teatral de Rosa Guerra, pero también alude a la plaga de mujeres que hicimos esta colección. Se armó un grupo casi 100% femenino, porque además convocamos a Carolina Bergese y a Natalia Nicoletti para ilustrar los volúmenes, aunque también participa Julián, el técnico que nos ayuda con el podcast.
Marinela Pionetti: El título es irónico y también es significativo porque precisa, más que nada en el caso de las argentinas aunque en las norteamericanas también -tal vez no Dickinson-, lo molestas que eran en sus épocas. “Chillonas”, como le dicen a Alfonsina.
Milena Bracciale: También lo de la plaga nos gusta porque es algo contagioso, de contagiar la pasión por estas mujeres.
Marinela Pionetti: Todas tuvieron en común que fueron apasionadas.
-¿Ustedes se sorprendieron con algún descubrimiento en sus investigaciones de las autoras que forman parte de esta colección?
Milena Bracciale: 100%. Igualmente, hay que reconocer que llegamos a estas autoras gracias a otros estudios previos, nunca surge de la nada. Beatriz Seibel, que fue una investigadora importante en el ámbito teatral, había mencionado a estas autoras. Y hay todo un trabajo sobre la literatura femenina que viene desde hace un tiempo, no es de ahora, pero nunca se dedicaban al teatro. Entonces, cuando empecé a leer “Clemencia” de Rosa Guerra la primera vez, que es un melodrama romántico y de repente en el medio aparecen todos estos alegatos, yo no lo podía creer. El personaje femenino se pelea con el juez, con el gobernador, habla de los pobres, denuncia la corrupción. A mí me sorprendió rotundamente. Además, encontré un libro póstumo de poemas de ella y ahí aparece “No quiero ser monja”, que coincidía con lo que ella pone en su obra de teatro y con lo que dice en sus revistas. Pareciera que ellas hubieran buscado una multiplicidad de estrategias para llegar al objetivo, que siempre es el mismo: la construcción de una conciencia femenina. Y dar las herramientas a las mujeres para que luchen por su igualdad con respecto a la educación. De hecho, Rosa sabía negociar muy bien, se ve, porque fue una de las pocas que siguió teniendo escuelas durante la época de Rosas y siendo opositora. Después cuando cae Rosas, siguió también su prédica y le dedicó poemas a ministros, o sea, sabía moverse en la grieta.
“No quiero señores / Ser monja, no quiero, / por más que se diga / no quiero convento / Yo quiero ser libre”, son los primeros versos de uno de los poemas más transgresores de Rosa Guerra incluidos en el volumen de Eudem. Ilustración de Carolina Bergese (@caromask).
Marinela Pionetti: En cambio, Juana fue más intransigente en ese sentido, porque ella criticaba a todos; era amiga de Mitre pero lo criticaba, amaba a Sarmiento y le daba con un caño. Era una mujer más de mundo, me parece a mí, una mujer que vivió en Uruguay, en Brasil, en Estados Unidos. Separada, a cargo de sus hijas.
Milena Bracciale: Rosa muere mucho más joven, vive muy pocos años. Y Juana tuvo otras posibilidades en su desarrollo también porque había tenido más acceso.
Marinela Pionetti: Si bien Juana perteneció siempre a una clase de bajos recursos, tuvo esa cuestión muy de la generación del 37, de esa élite intelectual. Ella decía que “en falta de los millones que no poseo, haré de mi labor intelectual, la alquimia que nos dé los medios pecuniarios que necesita la construcción del edificio para la biblioteca”. O sea, tenía mucha confianza, como los demás de su generación, en el poder de sus ideas y en su bagaje intelectual.
Milena Bracciale: Y después también nos sorprendió de Juana los aportes sobre teatro, porque escribió una obra sobre la Revolución de Mayo y porque reflexiona sobre teatro, que en ninguna historia teatral se menciona esta idea de las mujeres como pensadoras teatrales.
-Es curioso, porque se ha hecho hincapié en la ausencia de dramaturgas argentinas en los siglos anteriores, como Griselda Gambaro, que dijo que las mujeres en el teatro hemos sido habladas sentadas en las rodillas del ventrílocuo. Y, sin embargo, hubo dramaturgas como Rosa Guerra o Juana Manso.
Milena Bracciale: Sí. Bueno, yo discuto con ese texto de Gambaro y con “El aporte de Latinoamérica al teatro del siglo XX” de Mauricio Kartun. Ni estuvieron siempre sentadas en las rodillas de un ventrílocuo, como dice Gambaro, ni aparecieron en el siglo XX, como dice Kartun. Lo que pasa es que no formaron escuela porque fueron pocas, porque no se llevó a escena.
Los volúmenes se pueden conseguir en formato papel o en la página web de Eudem, la editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
-Rosa Guerra no solamente escribe teatro, sino que además pone personajes femeninos que se atreven a romper los roles impuestos a las mujeres. ¿Qué pasa en la obra teatral de Juana?
Marinela Pionetti: Bueno, ese fragmento de la obra teatral “Revolución de Mayo” que dice que la mujer desde sus tempranos años “es un chiche expuesto a las miradas de los curiosos” se asemeja mucho a un fragmento de Mary Wollstonecraft. Sí, Juana también fue una sorpresa. Yo cuando empecé a leer los “Anales de la Educación Común” no sabía ni que Juana lo había dirigido por diez años. Ella abogaba por que sea un diario oficial en términos del material que proponía, pero en un momento le empiezan a hacer la guerra, porque lo que ella proponía era un sistema basado en lo que se estaba haciendo en Estados Unidos y acá había todo un grupo de educadores españoles que querían mantener la tradición más hispánica y católica. Y encima ella se hace protestante.
Pensando en los destinatarios jóvenes, la ilustradora Carolina Bergese decidió intervenir el retrato de Juana Manso con los lentes típicos de los memes.
Milena Bracciale: También nos propusimos incluir materiales que no habían ingresado tanto a la escuela. En el caso de Alfonsina Storni, insistimos mucho en superar la cristalización de la mirada que hay sobre ella como la romántica que se suicida por amor, cuando tiene toda otra vertiente, incluso en el teatro. No solo visibilizar, sacarlas del silencio, sino también que se viera el contexto en que ellas escribían. Por eso, insistimos en el Primer Código Civil Argentino, a cargo de Vélez Sarsfield, que pone a la mujer en una situación de inferioridad, como si fuera un niño y que eso recién se modifica en 1926. También para entender que lo que pasa hoy no surgió de un zapallo. Si no hubiera sido por estas mujeres pioneras que hicieron ese trabajo de hormiga, silencioso, nunca reconocido, no hubiéramos llegado hasta acá. Insistimos mucho con la época en que se sanciona la posibilidad del voto femenino. Es mucha distancia, casi cien años después. Y estas autoras están abogando por la posibilidad de que la mujer pueda interferir en la esfera pública. Cuando Rosa Guerra le dedica la obra a Mitre y habla mal del rosismo y se enfrenta con el gobernador, que seguramente es Urquiza, está interviniendo de manera clarísima. A veces lo que los adolescentes o las adolescentes pierden un poco de vista es dimensionar lo que significaba decir eso en ese contexto.
-Y también tomar dimensión del impacto que les generaba en sus propias vidas atreverse a decir y escribir estas resistencias.
Marinela Pionetti: Sí, Rosa Guerra muere soltera, Alfonsina fue madre soltera, Juana se separa y queda sola a cargo de sus hijas. Emily nunca se casó, incluso hay rumores acerca de su homosexualidad, de que estaba enamorada de su cuñada. Mary Wollstonecraft tuvo un compañero, tuvo un hijo, pero fue muy transgresora respecto de la cuestión de la maternidad, que podía ser madre sola, que no era necesario estar con otro.
“La mujer que lee y ama la lectura luchará mejor contra el infortunio, contra alguno de esos dolores agudos que saben quebrantar las fibras de los corazones más firmes”, dice Juana Manso en los “Anales de la Educación Común”, primer periódico educativo del país iniciado por Sarmiento, pero que ella dirige durante diez años, entre 1865 y 1875.
-¿Tuvieron en consideración, salvando las distancias temporales, alguna de las ideas educativas de las autoras del siglo XIX para pensar esta colección? Es decir, su manera de pensar la educación de forma interdisciplinaria e integral, la inclusión del juego, la imaginación, la creatividad…
Marinela Pionetti: Bueno, yo supongo que sí. Es que nosotros, en realidad sin saberlo, somos herederos de este tipo de educación. Por eso nos cautivó tanto cuando lo vimos, cuando descubrimos que estas mujeres lo estaban diciendo en 1860… Si a todos nos hubieran enseñado el cuidado del cuerpo y el hábito de hacer ejercicios calisténicos, como ella proponía, no estaríamos traumados ni dándonos con cosas para hacer fitness. El eco de los modelos que nos promueven las redes sociales y los medios en términos físicos hubiera incidido tal vez menos en nosotros si hubiéramos tenido desde chiquitos una noción del cuidado del cuerpo asociada al ejercicio, la buena alimentación, el amor propio. Por ahí muchas de las concepciones de la enseñanza de Juana Manso no prendieron y es una lástima. Sí prendieron otras. Durante mucho tiempo las teorías de (Friedrich) Froebel que ella promovía entraron en el jardín de infantes, pero no entró toda esa parte afectiva, que ahora está presente con el tema de las emociones, que está buenísimo, pero se dice que es algo nuevo. Y ella ya abogaba por una enseñanza basada en el afecto, en el cariño, en la escucha, en la atención a la subjetividad del niño, el pensar al niño como una mente sensible que tiene un tiempo de crecimiento, eso también fue muy de avanzada en el caso de Juana. Bueno, en Mary Mann, en su sensibilidades pro femeninas, también estaba la sensibilidad por esos sujetos que todavía la sociedad no estaba mirando; desde la mirada del estereotipo de hombre blanco de mediana edad, a los niños no se los contemplaba. La cuestión del afecto tampoco y ella introduce una manera muy sensible de pensar la enseñanza. Pero no del lado de que porque somos mujeres, tenemos el corazón de madre; sí, todas tenían una concepción de la maternidad muy linda, pero puesta en la enseñanza y en la sensibilidad de la subjetividad infantil y juvenil también.
-¿Piensan ampliar la colección? ¿Qué otras autoras sumarían a esa plaga de polleras?
Milena Bracciale: Primero, tenemos que terminar la colección y ampliar la posibilidad de difusión. Pero está la idea de ampliar la plaga y una propuesta es sobre mujeres poetas mapuches, porque hay una chica en el grupo que está trabajando eso. En lo personal, me gustaría incluir a Herminia Brumana, que está vinculada con la educación y también escribió teatro. A mí me gusta mucho este trabajo por la retroalimentación que significa para nosotras como investigadoras. A raíz de esto, investigo cosas que no había visto antes. Y te hace encontrarle más sentido a la investigación: no es solamente escribir un artículo para publicar, sino que la investigación tenga un impacto social. Claro, eso es un objetivo primordial de la universidad, pero es lo que cuesta. También es nuestra responsabilidad ética y social contribuir al desarrollo de la escuela y a lo que pasa dentro de las aulas.
Marinela Pionetti y Rocío Sadobe, presentando “Esa plaga de polleras” a estudiantes de la escuela secundaria en una muestra educativa.
-En las actividades sobre Juana Manso, proponen a los estudiantes que se imaginen como periodistas y que diseñen posibles preguntas a Juana. ¿Ustedes qué le preguntarían a estas autoras?
Marinela Pionetti: Cuando di la primera vez Juana Manso en la escuela, tuvieron que hacer como trabajo final un diálogo con Juana. Lo que ellos primero le preguntaban era qué opinás sobre la educación, qué opinas sobre el rol de las mujeres hoy en la sociedad. Yo comparto esas preguntas. Ay, me encantaría si tuviera la posibilidad… También le preguntaría qué la sostuvo, qué la hizo persistir tanto, porque ella fue muy batalladora. ¿Qué ideal ella tenía de la sociedad para luchar tanto? ¿Creía que realmente esa utopía era realizable? Eso es lo que a mí me fascina de su personaje, cómo ella durante más de diez años lucha con una sociedad que le es realmente hostil. Porque yo ahora en la actualidad me peleo con dos compañeros de la escuela y vuelvo llorando, paso una semana con fiebre, me siento débil al lado de ella. Entonces, me gustaría saber qué tamaño tenía su ideal en su vida cotidiana para sostener con tanta fuerza esa utopía. Ahora, en el nivel de lo que la educación hacía en la sociedad, ella se embarcó en esa utopía, eso me gustaría saber: ¡¿cómo hiciste?!
Milena Bracciale: Yo les preguntaría siempre algo vinculado con el teatro, por lo menos a Alfonsina, a Rosa y a Juana, a cada una algo diferente. Sobre todo, por qué escribieron teatro, por qué no escribieron más teatro, por qué esas obras, en el caso de Rosa y de Juana, por qué no las pusieron en escena. Yo tengo obviamente mis hipótesis al respecto, pero sí les preguntaría qué es lo que vieron en el teatro que necesitaron que eso que pensaban se pusiera en forma de drama.
-¿Cuáles son tus hipótesis?
Milena Bracciale: Yo pienso fervientemente que ellas confiaban en el teatro como una escuela de costumbres, como una escuela que tenía una llegada mucho mayor, con valor pedagógico, incluso mayor que las revistas. Creo que Juana, por ejemplo, en el caso de “Revolución de Mayo”, toda la cuestión amorosa es una estrategia para captar el interés de las mujeres. Creo que confiaban en que era más funcional que la revista. Y después creo que no llegaron a ponerlo en escena porque había censura. La obra de Rosa Guerra no hubiera pasado la censura porque tiene un montón de cosas: el personaje denuncia la corrupción, le dice al gobernador que el empleo que tenés se lo debés al proletario, las cosas que le dice al jefe de policía, contra los jueces, los abusos con los pobres y todo dicho por una mujer.
Para acceder a los ebooks de “Esa plaga de polleras”, ingresar al siguiente enlace de la página de la editorial Eudem: https://eudem.mdp.edu.ar/lista_asignacion_libros.php?idColeccion=44